sábado, 13 de marzo de 2010

CONSISTENCIA DEL SUELO

Es la trabazón o coherencia entre las partículas del suelo. Varía según el estado de humedad por lo que conviene determinarla con el suelo seco, húmedo y mojado. Se considera que el suelo está seco cuando cambia de color al añadirle una gota de agua, y si tal no sucede decimos que está húmedo cuando no moja la mano al cogerlo, o mojado cuando sí lo hace.
Si se toma un agregado seco ofrece una cierta resistencia a partirse, al humedecerse se fractura mejor y cuando está mojado puede resultar moldeable y más o menos pegajoso.
Consistencia en seco.
En su descripción se utilizan unos términos prestablecidos a los que suele añadirse algún adverbio de cantidad para indicar la intensidad del término utilizado.
  • suelto. se utiliza en aquellos horizontes que carecen de estructura o que aquella es particular. No existen agregados en el suelo y las partículas del mismo no están unidas entre sí.
    Los horizontes que la presentan están muy bien aireados y son muy penetrables, pero las raíces tienen poco contacto y la retención de agua es muy débil. Si aparece en superficie, los suelos se labran muy bien pero son muy malos a la hora de establecer construcciones sobre ellos, por la dificultad que representan para la cimentación.
    En infraestructuras viarias generan unos taludes muy inestables.

  • Blando.Los agregados se rompen entre los dedos. Este tipo de consistencia suele estar asociado a estructuras migajosas o granulares.
    El suelo está bien aireado, es fácil de penetrar y ofrece buen contacto a las raíces. La retención de agua es, en general, buena y se labra bien aunque es conveniente que presente un cierto nivel de humedad para que no se destruyan los agregados.
    Para las obras civiles no es muy bueno pero mejor que el "suelto".

  • Duro.Los agregados son difíciles de romper con la mano, y en algunos casos es necesario recurrir al martillo. La aireación es escasa y las raíces penetran con mucha dificultad en los agregados y suelen crecer a traves de las fisuras. Retiene gran cantidad de agua aunque el drenaje puede resultar escaso. Hay que labrarlo con esmero por su propensión a formar "suelas de labor".
    Para las obras suele ser bueno pero conviene ver el comportamiento en húmedo y mojado.


Consistencia en húmedo.
Como en el caso anterior se utilizan una serie de términos modificados, en su cso, por algún adverbio de cantidad.


  • Suelto. Se corresponde con el término análogo en seco y presenta un comportamiento semejante.
  • Friable.
    El término deriva de "friare" que significa desmenuzar. Se desmenuza con cierta facilidad. En seco , suele ser "blando" o algo "duro y su comportamiento es el equivalente a ellos.
    Se labra muy bien y proporciona un buen contacto del suelo con las semillas y con las raíces de las plantas.
    Como contrapartida suele generar una taludes muy inestables.

  • Firme.
    No se desmenuza con facilidad. En seco suele ser duro o muy duro y con un comportamiento semejante.
    Puede ser muy proclive a la formación de suelas de labor, por ello es necesario cultivarlo con un tempero adecuado.
    Usualmente existe una correspondencia entre la consistencia en seco y en húmedo, si bien en esta situación los agregados se desmenuzan con mayor facilidad. Cuando la tenacidad se mantiene parecida en ambas situaciones, es debido a la presencia de agentes cementantes de tipo químico, como pueden ser los carbonatos, óxidos de hierro u otros semejantes. Cuando se humedece se mantiene la coherencia y lo mismo de duro es en seco que en húmedo. Cuando la dureza es atribuible a la arcilla se fractura con más facilidad en húmedo y la consistencia se atenúa. Los distintos estados de consistencia en seco y húmedo nacen de la naturaleza del agente cementante.


Consistencia en mojado.
En esta situación se observan dos aspectos diferentes como son la plasticidad y la adherencia y, solo en ocasiones, la tixotropía. Se utiliza el término correspondiente acompañado, en su caso, de un adverbio de cantidad o se indica la ausencia de la condición.

  • Adherente. Se utiliza para indicar que la tierra se pega a las manos. Suele ir asociada a suelos duros en seco y poco friables o firmes en húmedo. Cuando el suelo es muy adherente es debido a la presencia de partículas finas no coloidales que no se unen unas a otras para constituir agregados. La presencia de este limo hace que, al no estar adherido, el suelo húmedo se vuelva resbaladizo y se enfangue. Esto tiene una mala consecuencia para el mantenimiento del suelo puesto que la erosión es muy alta.
    Si se labra muy húmedo puede embarrarse y al secarse se forma una costra que dificulta la nascencia de las semillas.
    La superficie de los suelos adherentes se vuelve muy resbaladizo.

  • Plastico.Tiene la capacidad de poder ser moldeado. La plasticidad se mide formando un cordón y estableciendo lo largo y fino que se hace antes de que se rompa. Está en función del contenido de arcilla y del tipo de ella. No va necesariamente unida a la adherencia. Son muy difíciles de trabajar porque se forman grandes bloques que impiden un buen contacto de la semilla con el suelo y no hay suministro de agua. Son muy difíciles de trabajar porque si están demasiado húmedos pueden formar grandes terrones o suelas de labor.
    Cuando a la plasticidad se añade la presencia de arcillas expandibles que provocan grandes cambios de volumen, pueden ocasionar deslizamientos muy peligrososo para las edificaciones o infraestructuras soportadas por estos suelos.



  • Tixótropo.El suelo sufre una modificación de su estado con la presión. La tixotropía está asociada a la presencia de alofana, que es típica de suelos desarrollados sobre cenizas volcánicas. La fácil alteración origina iones que se organizan en pseudoestructuras conocidas como alofanas, muy parecidas a la caolinita y que dejan gran cantidad de huecos que se llenan de agua actuando como una muchos iones y agua.esponja. La alofana aporta grandes ventajas al suelo porque retiene

FASE GASEOSA DEL SUELO

FASE GASEOSA DEL SUELO

La fase gaseosa o "atmósfera del suelo" está constituida por un gas de composición parecida al aire cualitativamente pero con proporciones diferentes de sus componentes. Ella permite la respiración de los organismos del suelo y de las raíces de las plantas que cubren su superficie. También ejerce un papel de primer orden en los procesos de oxido-reducción que tienen lugar en el suelo.
El contenido en oxígeno del aire del suelo oscila entre el 10 % y el 20 % y nunca alcanza el 21 % del aire atmosférico. La discrepancia mayor entre ambos gases se encuentra en el contenido en dióxido de carbono en el que el aire del suelo contiene, como mínimo, diez veces más que el atmosférico oscilando entre el 0.2 % y el 3.5 %, cantidad que puede superarse ampliamente en suelos mal aireados.

COMPOSICION MEDIA

Componente Gas del suelo Aire


  • Oxígeno 10 – 20 % 21 %
  • Nitrógeno 78,5 – 80 % 78 %
  • Dióxido de carbono 0.2 – 3.5 % 0.03 %
  • Agua Saturado Variable
  • Otros <> 1 %


    La razón principal de esta discrepancia hemos de buscarla en la respiración de las raíces de las plantas y de los microorganismos del suelo; sin olvidar el dióxido de carbono desprendido en la transformación de la materia orgánica.
    El intercambio gaseoso entre el suelo y la atmósfera se produce por difusión entre ambos. No obstante existen procesos que favorecen este intercambio y que se conocen como respiración del suelo. Ésta se realiza primordialmente por los cambios de volumen que experimenta la fase sólida del suelo en las alternancias térmicas producidas entre el día y la noche; también se ve favorecida por los periodos de lluvia que desalojan la práctica totalidad del aire existente, que es absorbido de la atmósfera a medida que el agua va abandonando el suelo a través de la macro porosidad del mismo que es el dominio de los gases.
    La importancia de la respiración de los organismos en la composición de la atmósfera del suelo, se pone de manifiesto por las diferencias estacionales que se observan en el contenido de dióxido de carbono, cuyos máximos corresponde a los periodos de máxima actividad. Estas diferencias se acrecientan en los suelos cultivados pues el efecto de la respiración radicular es el más intenso. Para un mismo año y terreno, los contenidos en dióxido de carbono llegan a cuadruplicarse en las áreas en que el suelo está cultivado respecto al que está en barbecho.
    La importancia de la transformación de la materia orgánica en el contenido en dióxido de carbono del aire del suelo, se pone de manifiesto cuando comparamos las composiciones de suelos sometidos a una aplicación de enmiendas orgánicas con los no sometidos a las mismas.
    Un importante factor regulador del dióxido de carbono del aire del suelo es el sistema carbonato-bicarbonato y la presencia de calcio en la solución del suelo. El primero modifica su distribución, pues en las zonas en que la presión parcial del dióxido de carbono es elevada se produce la transformación del carbonato cálcico en bicarbonato soluble, que migra en el perfil hasta llegar a zonas donde la presión parcial es menor y desprende el gas y se transforma de nuevo en carbonato que se concentra, dando lugar a la formación de horizontes cálcicos. Cuando no existen carbonatos en el suelo, si hay calcio en la solución, parte del dióxido de carbono es fijado en la formación de carbonato cálcico.
    Es un fenómeno semejante al que genera el equilibrio del dióxido de carbono y del oxígeno en la atmósfera a nivel mundial. En este caso son los mares los encargados de los intercambios con una importante función del sistema citado. En el caso del dióxido de carbono se produce una gran absorción por parte del plancton que elimina un contenido semejante de oxígeno. En ambos casos es necesario un desplazamiento de las masas de aire, pues mientras que el mayor consumo de oxígeno y desprendimiento de dióxido de carbono se produce en el hemisferio norte, las mayores masas de agua están en el hemisferio sur.
    Un papel semejante tiene la masa boscosa, si bien se ha exagerado su función benefactora. Es cierto que realizan una gran depuración fotosintética, pero no es menos cierto que ello lleva consigo la generación de una ingente cantidad de biomasa que en una gran parte acaba en el suelo; la mineralización de esa masa vegetal desprende una enorme cantidad de dióxido de carbono, como vimos en el caso de los suelos estercolados. El aprovechamiento maderero reduce las emisiones de dióxido de carbono y favorece el efecto depurador, siempre que esto no implique la destrucción del bosque, como suele suceder.